Al sur de Japón encontrarás la bellísima isla llamada Okinoshima, pero si eres mujer lamentablemente no te permitirán visitarla.
Allí vive un hombre solo que por otro lado está muy feliz de su soledad pues es un monje y es visitado solo por los sacerdotes del santuario sintoísta, Munakata Taisha propietario del lugar. La isla toda es un santuario custodiado por tres emperatrices que predominan desde la cima en figuras informes de roca pura.

Fueron entronizadas por los antiguos dioses Shinto, fundadores de la religión oficial japonesa el Shintoísmo. Japón es un país que se caracteriza por sus ancestrales y sostenidas tradiciones. Una de ellas es la celebración de rituales de oración e invocación divina para proteger los barcos que comerciaban con Korea o asegurar el éxito en las negociaciones entre las naciones vecinas y los japoneses.
Anualmente, durante el mes de mayo se celebra un festival con 200 hombres autorizados para dedicarse a la oración. Deberán llegar despojados de todo vestigio terrenal para entrar en la espiritualidad total.
¿Por qué las mujeres no pueden visitar la isla?
No existe una explicación precisa sobre la prohibición de las mujeres en visitar la isla. Algunos creen que es por la menstruación que es considerada como sangre impura por la religión o en razón de que el viaje hasta la isla es muy peligroso y para proteger a las mujeres ellas no deberían arriesgarse.

Actualmente Japón propone al Comité del Patrimonio de la Humanidad, compuesto por 21 Estados miembros que éste territorio sea declarado Patrimonio de la Humanidad en 2017.
No es una idea del país hacer con que el destino sea turístico porque la isla debe seguir como un lugar de paz y reflexión. Solo los que realmente están conectados con la religión y los dioses deben acercarse.
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